En el año 2009, saliendo de una crisis devastadora, una serie de personas y empresas veían con preocupación el futuro de los jóvenes, teniendo en cuenta que el abandono escolar era notable, la posibilidad de encontrar trabajo, muy remota y que las nuevas generaciones no encontraban referentes tangibles y cercanos.
Había que intentar hacer algo y pronto. Y se unieron con un propósito: estar siempre al lado de los jóvenes, transformando el sistema educativo para que resultara más eficaz, mejorando su preparación y su acceso al mercado laboral, potenciando sus competencias, generando espacios de encuentro, valorando y reconociendo su esfuerzo o dando una oportunidad a sus ideas. Y, en definitiva, incorporando todas aquellas iniciativas y acciones que sean necesarias en cada momento para que los jóvenes se puedan enfrentar a un mundo en continuo cambio y donde la globalización y las nuevas tecnologías determinan los grandes desafíos del presente y el futuro.
Así fue cómo varias personas a título individual y algunas de las organizaciones empresariales más importantes del país, en 2009, concibieron la Fundación Princesa de Girona: una fundación privada, constituida por la sociedad civil en Girona e impulsada por más de 90 patronos.